Los centros religiosos llevan desafíos significativos al integrador que tiene la tarea de amplificarlos. La distribución del sonido debe ser uniforme, fácil de controlar y confiable. A estos sistemas se les pide que provean claridad a través del rango dinámico, sea para discursos o reproducción musical, en espacios con capacidades sonoras adversas caracterizados usualmente por altos techos y superficies altamente reflectantes.